Transdiagnostico
Para diagnosticar en psicología o psiquiatría se ha utilizado desde hace muchos años diferentes manuales de diagnótico, como puede ser el DSM (Diagnostical Statitcal Mental). En estos momentos la APA (American Psicological Asociation) ha editado su 5ª edición. Desde la primera, el número de categorías diagnósticas se ha multiplicado considerablemente. ¿esto quiere decir que hace 50 años no existían tantos trastornos como ahora?. ¿O que ha avanzado la ciencia tanto que ha descubierto un gran número de trastornos que antes no existían?. En nuestra opinión, no. Desde una perspectiva transdiagnostica, que cree que ha habido un exceso de «categorización». Incluso, los críticos más radicales creen que tras este exceso de psicologización o psiquiatrización de los problemas humanos existen intereses profesionales o incluso farmacéuticos, con tal de buscar soluciones donde en realidad no hay problemas.
Además, existen muy pocos síndromes que cursen de forma aislada. Lo habitual es que se den junto con otros problemas. Es muy difícil, por ejemplo, encontrar una persona deprimida que no sufra de ansiedad, y viceversa.
El pensamiento transdiagnostico cree que no existe tan enorme categorización. Piensa que los problemas psicológicos humanos tienen características comunes y están relacionados con el funcionamiento ejecutivo de las personas.
De esta forma, interesa más saber si la persona tiene un pensamiento organizado, si admite la frustración, si consigue planificar su conducta, si sabe elegir metas o si al menos tiene alguna, si es capaz de relacionarse con los demás, obtener gratificación y refuerzo de su entorno, su relación con los padres, con los hermanos, etc, más que administrar un interminable test de personalidad.
Aunque evidentemente, se tiene, que por fuerza, poner alguna «etiqueta» al posible trastorno que pueda tener la persona, para al menos poder comunicarnos con otros profesionales (psiquiatras, etc). Si, por ejemplo, el paciente sufre alucinaciones auditivas, tiene una habla totalmente desorganizada, deprimido, con ideas delirantes… pues esta situación nos puede estar orientando hacia un posible trastorno esquizofrénico o psicótico. Y el profesional especialista en transdiagnóstico tiene que tener capacidad de detectar esta problemática, incluso desde su fase prodrómica y así, en su caso, derivar al paciente a la unidad de salud mental de su zona, o psiquiatra, para tratamiento, en la mayoría de veces, mediante medicación antipsicótica o antidepresivos. Una vez iniciado este tratamiento, el psicólogo debe acompañar su progreso a través de psicoterapia.
Por este motivo, aunque se debe evitar «etiquetar» a los pacientes, si se debe diagnosticar, para en su caso derivar o recibir apoyo suplementario psiquiátrico. El Transdiagnóstico, por tanto, no está reñido en realidad con la clasificación psiquiátrica. Sólo que nos hace ver que las personas son personas y no códigos del DSM, y que nuestro trabajo no debe ser «curar» la depresión, por ejemplo, sino mejorar aquellos aspectos de la persona depresiva, buscando un mejor funcionamiento de sus habilidades ejecutivas.