Mascotas

Jofi fue un perro Chow-Chow que le fue entregado a Freud en 1930 por la princesa María Bonaparte (su paciente), bisnieta de Napoleón.

El mismo Freud dejó testimonio de sentirse tranquilo y relajado cuando pasaba tiempo con el perro.

Mientras estaba con Jofi, Freud manifestaba un estado de bienestar mental y de relajación elevados.

En palabras de Freud  «Las razones por las que se puede amar a un animal como Jofi con una intensidad tan singular son la simpatía ajena a cualquier ambivalencia, el sentido de una vida sencilla libre de conflictos con la civilización difícilmente soportables, la belleza de una existencia realizada en sí misma. Y, a pesar de la diversidad del desarrollo orgánico, el sentimiento de parentesco íntimo, de una afinidad innegable ”.

Pero en su relación no solo había afecto, bondad y amor. Freud creía que Jofi también tenía un efecto calmante, especialmente en los niños , y admitió que era útil para evaluar a sus pacientes. Cuando los pacientes estaban tranquilos, Jofi se agachaba junto a ellos para que lo acariciaran, cuando los pacientes ansiosos el perro mantenía la distancia y se quedaba al otro lado de la habitación.

Sin llegar al extremo de que nuestra mascota (Migui en la foto, una perrita Teckel de 2 años) nos ayude en el diagnóstico, si que es cierto, que la presencia de una mascota en nuestra vida puede traer innumerables beneficios. Acariciarla, notar su tranquilidad y confianza en todo momento. Su amistad y amor desinteresado. Salvo para algunos casos especiales y circunstancias concretas, en principio es recomendable tener el privilegio de estar acompañados por nuestra mascota.