Ideas delirantes y vida complicada

 El trastorno por ideas delirantes se distingue de la esquizofrenia por la presencia de ideas delirantes sin algún otro síntoma de psicosis (p. ej., alucinaciones, habla o conducta desorganizada, síntomas negativos). Los delirios pueden ser:

– Extravagantes: incluye situaciones que podrían ocurrir, como por ejemplo cuando se es perseguido, envenenado, infectado, amado a distancia o engañado por su pareja o su amante.

– Bizarro: incluye situaciones poco probables como creer que a alguien le extrajeron sus órganos internos sin dejar una cicatriz.

Al contrario de lo que sucede con la esquizofrenia, el trastorno por ideas delirantes es relativamente infrecuente. El comienzo suele ser involutivo y ocurre en la edad adulta mediana o avanzada. La funcionalidad psicosocial no suele estar tan deteriorada como en la esquizofrenia y los problemas surgen directamente de la creencia delirante. 

Signos y síntomas

El trastorno por ideas delirantes puede surgir sobre un trastorno de personalidad paranoide previo. En estas personas, la desconfianza permanente y la sospecha hacia los demás y sus motivos comienzan en la edad adulta temprana y se prolongan durante toda la vida.

Los primeros síntomas pueden ser sentimientos de sentirse explotado, preocupación por la lealtad o la fiabilidad de los amigos, una tendencia a leer significados amenazantes en comentarios o hechos benignos, rencores persistentes y cierta predisposición a responder rápidamente a los desaires percibidos.

Se reconocen varios subtipos de trastornos por ideas delirantes:

Erotomaníaco: los pacientes creen que hay otra persona que los ama. Es frecuente que hagan esfuerzos por contactar con el objeto de su idea delirante mediante llamadas telefónicas, cartas, vigilancia o acecho. Las personas que tienen este subtipo pueden tener conflictos con la ley relacionados con su comportamiento.

– Grandioso: los pacientes creen que tienen un gran talento o que han hecho un descubrimiento importante.

– Celoso: los pacientes creen que su cónyuge o su amante son infieles. Esta creencia se basa en deducciones incorrectas apoyadas por evidencias dudosas. Pueden recurrir a la agresión física.

– Persecutorio: los pacientes creen que están siendo vigilados, espiados, calumniados u hostigados. Pueden intentar en repetidas ocasiones obtener justicia apelando a los tribunales y a otros organismos gubernamentales y recurren a la violencia como represalia por esa persecución imaginaria.

– Somático: la idea delirante se relaciona con una función corporal; p. ej., el paciente cree que tiene una deformidad física, un olor o un parásito.

El comportamiento de los pacientes no es obviamente extraño o raro, y aparte de las posibles consecuencias de sus ideas delirantes (p. ej., aislamiento social o estigmatización, dificultades matrimoniales o laborales), el funcionamiento del paciente no se ve notablemente afectado.

 Diagnóstico

– Evaluación clínica

El diagnóstico depende principalmente de la evaluación clínica y la anamnesis detallada, además de descartar otras afecciones específicas asociadas con ideas delirantes (p. ej., abuso de sustancias, enfermedad de Alzheimer, epilepsia, trastorno obsesivo-compulsivo, delirio, otros trastornos del espectro esquizofrénico).

La evaluación de la peligrosidad, en especial en el grado en el que el paciente está deseando actuar sobre su idea delirante, es muy importante.

 Pronóstico

El trastorno por ideas delirantes no suele conducir a un deterioro grave o cambios en la personalidad, pero las preocupaciones que genera la idea delirante progresan gradualmente. La mayoría de los pacientes pueden conservar su empleo mientras no incluya referencias relacionadas con sus delirios.

Tratamiento

– Establecimiento de una relación psicólogo-paciente eficaz. Raport.

– Manejo de las complicaciones

– En ocasiones antipsicóticos

El tratamiento intenta establecer una relación eficaz médico-paciente y tratar las complicaciones. La falta de conciencia sustancial es un desafío para el tratamiento.

Si el paciente es considerado peligroso, puede ser necesaria la internación.

No existen datos suficientes que apoyen la utilización de ningún fármaco, aunque los antipsicóticos a veces suprimen los síntomas.

Uno de los objetivos del tratamiento a largo plazo consiste en cambiar el tema principal de preocupación del paciente y alejarlo del foco de su idea delirante hacia un área más constructiva y gratificante, objetivo difícil pero razonable. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo

Lo hasta aquí leído es lo que dicen los manuales de diagnóstico y en resumida cuenta, la psicología científica. Sin embargo, como si fuera una película de aventuras dramática a veces, la vida de algún paciente esta compuesta por hechos traumáticos, que interpretados por nosotros, los psicólogos, nos parecen totalmente delirantes.

Estos casos suelen darse en personas que han sufrido un sinfín de adversidades, inmigrantes con importantes carencias económicas, sumidos en un ambiente «salvaje» del «salvese quien pueda». Familias sin cohesión entre ellas, que se traicionan unos a otros, con rencores infinitos, etc,

La labor, en este caso, del psicólogo es desentrañar hasta que punto está delante de una vida azarosa o frente a una persona con trastorno por ideas delirantes. Por ejemplo, si dice el paciente que recibe mensajes amenzadores por whatsap, es bueno comprobarlo, o hablar con familiares, o con conocidos, con el fin de averiguar si estamos ante un trastorno evidente delirante o nos enfrentamos a una vida tan diferente a la nuestra que no la podemos comprender.

Una vez comprobemos si es una idea delirante o no, nuestro trabajo se centrará en tratar síntomas asociados, que suelen ser la depresión y la ansiedad, y facilitar técnicas de solución de problemas, de pensamiento racional y lineal (muchas personas con este trastorno tienen un pensamiento divergente y cambian rapidamente de unas ideas a otras sin un hilo causal claro), y trabajar con las creencias erróneas que pueden ser las que sustenten y alimenten esta patología delirante.

Y por último, hay que tener en cuenta el grado de peligrosidad de las personas que sufren de ideas delirantes, en cuanto a su entorno familiar o laboral e incluso frente al propio profesional psicólogo.